Paula Hawkins, 2015
Obra excepcional entre las de su género, La chica del tren nos arrebata desde el primer momento. Nos cuenta una historia de misterio y suspenso que nos mantiene en vilo y nos impide cerrar el libro, al punto de leerlo en un solo día (ocho horas, a lo sumo). Bien es cierto que es de fácil lectura, de manera que las páginas, literalmente, vuelan delante de nuestros ojos.
Las protagonistas son tres mujeres: Rachel, Anna y Megan. Son las que, en sus monólogos, nos dan a conocer toda la trama de la novela.
La principal de ellas es Rachel, apenas pasada de los treinta años. Divorciada de Tom, cae en el terrible vicio de la bebida; es el prototipo de la persona que, ante las adversidades de la vida, se refugia en el alcohol, como su única tabla de salvación, y no mira cuánto la misma vida puede ofrecer para salir de una situación difícil; no puede superar la soledad y el desamor. Su situación anímica es muy mala: tiene pesadillas constantes y sus recuerdos de lo que ocurre a su alrededor son tan imprecisos, que a veces piensa que lo acaecido en la realidad es tan solo un sueño. No puede, por tanto, distinguir la ficción de la realidad. Por haber perdido su trabajo a causa de la bebida, no tiene un lugar para vivir y se acoge a la hospitalidad que le brinda su amiga Cathy, la cual, en ocasiones, siente que ya no puede soportar por más tiempo a Rachel, aunque siempre termina por compadecerse y mantenerla bajo su techo.
Megan, casada con Scott, es una mujer bella y joven, que tuvo una vida muy azarosa antes de su matrimonio. Voluble, inconstante, traiciona a su marido con varios amantes, puesto que, cuando conoce a un hombre que le agrada, desea ardientemente mantener relaciones íntimas con él.
Anna, en un principio amante de Tom, mientras este se hallaba casado con Rachel, se convierte en su mujer, luego de la separación y divorcio de ellos. Tienen una tierna hija, que es su principal tesoro en la vida.
Los otros personajes –Tom, Scott, el psicólogo Kamal Abdic, Cathy y algún otro de menor cuantía– aparecen en los soliloquios de las tres mujeres ya mencionadas. Cada uno de estos monólogos tiene día y fecha, así como la indicación de si los hechos ocurren por la mañana o por la tarde.
Después de perder su trabajo, Rachel no informa de ello a su casera, su amiga Cathy, sino que todos los días va en tren a Londres para simular que trabaja. Mientras el tren se detiene debido al semáforo rojo, mira las casas aledañas y deja correr su imaginación; una pareja, en especial, capta su atención y pone nombres a ambos: en adelante se llamarán Jason y Jess. Pero un día ve que un hombre que no es Jason se acerca a Jess y la besa, con lo cual descubre que esta mujer, que parecía tan enamorada de su marido, en realidad lo traiciona. Más tarde llega a saber que Jason y Jess son Scott y Megan.
Anna, la segunda mujer de Tom, desconfía de Rachel, pues se imagina que quiere reconquistarlo, ya que continuamente sorprende llamadas de ella al celular de Tom; este le asegura que lo único que desea es ver a Rachel desaparecer de su vida.
Megan, por su parte, tiene una muy buena vida con Scott, quien la ama entrañablemente. Pero llega un día en que ella no se siente satisfecha de su vida, y se pregunta si esto es lo que deseaba. Se da cuenta de que no es así, e inicia relaciones con otros hombres, a espaldas de Scott, que no sospecha nada.
Un día, el sábado 13 de julio de 2013, Megan sale de casa y desaparece para siempre. Se inician las investigaciones, y Rachel desea vivamente desempeñar en ellas un papel protagónico. Estuvo cerca de los hechos aquella noche de la desaparición de Megan; pero, por más esfuerzos que hace para recordar con exactitud lo ocurrido, no lo consigue; inventa uno que otro suceso, y con su bagaje va a la comisaría y cuenta su historia. Mucho más tarde, Scott, con quien se había involucrado en la pesquisa creyendo honradamente que lo ayudaría, descubre las mentiras de Rachel y reacciona muy malamente. Ella, agobiada por haber sido descubierta, va a su casa, enciende el televisor y “Estoy quedándome dormida, puedo sentirlo, voy a dormir y entonces… ¡Bang! El suelo tiembla y me incorporo de golpe con el corazón en la garganta. Lo he visto, lo he visto.- Estoy en el subterráneo y él viene hacia mí. Me da una bofetada en la boca y luego alza el puño con las llaves en la mano. Siento un intenso dolor cuando el metal dentado impacta contra mi cráneo”. Rachel había recordado todo. Lo que permaneció en su conciencia en una negrura total, de pronto queda al descubierto, gracias a la luz que se hace en su cerebro. Sabía, con certeza, que Tom había asesinado a Megan, su amante de entonces.
El cadáver de la mujer es descubierto, y en la autopsia se constata que estaba embarazada; desde luego, el futuro padre no era su marido. Poco antes de morir, revela a su psicólogo (con el cual también tuvo relaciones íntimas) el grande y terrible secreto de su vida: cuando tenía apenas dieciséis años, se fue a vivir con un hombre; tuvieron una niña, a la que criaban con amor. Un día, Megan entró a la tina de baño con su hijita, se quedó dormida y la pequeña se ahogó. Kamal revela el hecho, y todo el horror aparece en los periódicos. Esta pobre mujer mató a su hija sin quererlo; y, cuando más tarde estuvo embarazada, su asesinato impidió el nacimiento de esta segunda criatura.
Cuando la luz ilumina su conciencia, Rachel va a la casa de Anna y le sugiere que salga de allí con su niña y se vayan las tres a otro lugar. Llega Tom, el cual, al verse descubierto, intenta matar a Rachel y convencer a su mujer de su total inocencia. Rachel había tomado un sacacorchos de la cocina, y cuando Tom se abalanza para atacarla, ella deja que se le acerque todo lo posible y le clava el sacacorchos en la garganta. Anna sale de la casa, se acerca a su marido, sostiene su garganta entre sus manos, pero ya nada puede hacer. Eso es lo que parece, pero la realidad es otra: está hundiéndole más profundamente el sacacorchos, para asegurarse de que muera. Así, Tom muere por obra de las dos mujeres a las que había amado… y mentido.
Esta narración no es precisamente una gran obra literaria. No es más que el recuento de acontecimientos muy especiales: intriga, traiciones, crimen. El misterio está muy bien tramado. Está escrita de tal manera que interesa profundamente al lector, que no sospecha el final de la historia, pues lo conoce tan solo cuando este llega. La actuación de los personajes es magistral; los monólogos de las tres mujeres asombran por la sinceridad con que se desenvuelven, pues la propia persona, en sus pensamientos, no puede ocultar quién es realmente; además, esos mismos monólogos enredan más y más el enigma, con lo que el lector tiene que seguir leyendo sin descanso hasta conocer el final. Rachel, la bebedora, la abandonada por su marido, la que no podía distinguir ficción de realidad, tiene al fin un papel protagónico en el esclarecimiento del crimen; ese hecho conduce al inicio de su recuperación: pasan veinte días después de acaecidos estos sucesos, y no ha vuelto a beber. Y esa es ya una perspectiva alentadora y halagüeña.
La chica del tren es una obra que nos incita a leerla vorazmente; el suspenso que se mantiene durante toda la narración entusiasma al lector, que al final queda totalmente satisfecho y sabe que no ha perdido su tiempo, sino que, al contrario, siente que las horas invertidas en leerla son una parte del día muy bien aprovechada.
Fina Crespo
Julio de 2016